Esta tecnología requiere un sistema de funcionamiento sencillo compuesto por una estación de carga y un vehículo eléctrico, ambos capaces de procesar flujos de energía bidireccionales. El punto de acoplamiento de los dos componentes es una combinación de carga digital y gestión de la carga. La primera controla el proceso de carga del vehículo eléctrico, y la segunda la asignación de cuotas de energía para el proceso de carga de acuerdo con la red. El funcionamiento de las instalaciones de carga bidireccionales ofrece un concepto de carga eléctrica semipública tecnológica y económicamente transferible. Estas permiten un potencial de eficiencia escalable a escala de flota, es decir, cuando se integran varias unidades de carga bidireccionales. En combinación con la carga digital y la gestión de la carga, es posible, por ejemplo, equilibrar los costosos picos de electricidad utilizando la energía almacenada en la batería del coche. El llamado peak shaving es una posibilidad. Otra es la ampliación del uso de la propia electricidad de la empresa, que puede almacenarse temporalmente en las baterías de los coches de una flota cuando hay falta de demanda y puede recurrirse a ella más tarde si hay falta de suministro. La compra de electricidad de la red de distribución, que ya se practica en el ámbito de las cargas flexibles, ofrece también otra perspectiva de posibles aplicaciones económicamente viables.